Lástima que el local sea tan reducido. Hay que esperar haciendo cola en la vereda. Me imagino que un día lluvioso o destemplado puede constituirse en el marco de una experiencia no demasiado agradable. Pero ni bien te atiende la señora María Paula con una cordialidad y una eficiencia maravillosas te habrás olvidado de la cola, la lluvia, el frío o el viento. Ojalá todos los empleados públicos ofreciese esa atención.